29 de enero de 2007

El manicomio del sur

Nací y vivo en un país del sur de Europa, durante cinco siglos conocido como España y desde hace algunos años más conocido como “Estado”. Tengo bastantes amigos extranjeros, algunos viven en mi país (“Estado”) y otros en sus respectivos países, y con frecuencia me preguntan por la actualidad política de este país que ingenuamente ellos conocen como Spain, Espagne o Spanien, según el caso. Mis amigos latinoamericanos me hablan de España, así, con eñe y todo, imagínense lo desfasados que están.
Pues bien, a pesar de no ser del todo analfabeto, me las veo y me las deseo para explicarles cómo funciona este curioso país. Veamos cómo lo intento.
El gobierno de la nación, supuestamente de izquierdas, gobierna a expensas del apoyo de un partido independentista que niega a España su condición de nación, para atribuirla sólo a una parte de España llamada Cataluña, la suya, en donde, por ejemplo, prohíben y hasta sancionan el uso de la lengua española, a pesar de ser el idioma materno de más de la mitad de la población de ese territorio, precisamente la inmigrante y más desfavorecida. Y repito, son “de izquierdas”. Debo explicar –ya que fuera sorprende mucho- que aquí el nacionalismo burgués independentista es una cosa considerada como “muy de izquierdas”. (Hablo del gobierno “principal”, para entendernos, porque en España hay diecisiete gobiernos con sus respectivos parlamentos–les aclaro).
Pues bien, algunos políticos de esos partidos en el poder al que todos los españoles (con perdón) estamos claramente supeditados se muestran orgullosos de decir públicamente que no son ni se sienten españoles, lo que no les resulta ningún óbice para gobernar todo el país (“Estado”) desde Cataluña, que dicen que es su verdadera y única nación. Este gobierno “de izquierdas” desprecia a los que defienden una Constitución Española aprobada democráticamente por una inmensa mayoría de españoles en 1978 para acabar con una dictadura de cuarenta años y, en el colmo de la paradoja, les llama “franquistas” o “fachas”. Este último término también es utilizado en la política de Cataluña para denominar a todos los que hablan castellano o no desean la secesión de Cataluña, o más sencillamente, muestran alguna discrepancia con sus postulados nacionalistas patrióticos catalanes. “Son unos “fachas”, dicen. También emplean a veces la palabra “español” como insulto. Lo mismo sucede en otras zonas de este curioso país.
Este gobierno “de izquierdas” también trata de monopolizar todos los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) y hace todo lo posible y hasta lo imposible por cerrar aquellos que le critican; para ello van, si hace falta, a hablar con el mismísimo Papa de Roma. “¿Es una broma?”, preguntan. Pues no, así es este gobierno de izquierdas, se va a Roma a intentar que cierren una emisora de radio que pertenece a la Iglesia Católica, porque dicen que les insultan y les llaman de todo.
Y si lo que les he dicho hasta ahora ya les parece surrealista, cuando les he contado la última ya no saben qué pensar. Fue el otro día. Un ministro del partido de ese gobierno que prohíbe el idioma español en una parte de España defendió el uso del español (¡sí, del español!) en la Unión Europea. Y para defenderlo, ¿saben qué lengua utilizó? ¡Pues el catalán, por supuesto!
¿“España es un país o un manicomio”?, preguntan. “Yo ya no estoy muy seguro”, respondo. Pero por si no lo he explicado bien o el que está loco soy yo, voy a pedir cita con mi psiquiatra “institucional”…

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