16 de marzo de 2007

Vocabulario terrorista y román paladino

Los asesinos del grupo terrorista ETA, y sus acólitos del llamado partido político Batasuna, no sólo hacen gala de una desalmada perversidad en sus abominables actos, sino que poco a poco han ido ejerciendo una soterrada influencia en el lenguaje de todos, desde los partidos políticos hasta el común de los ciudadanos. Cuando un político decente –algunos hay, creo- llama “conflicto” a lo que pasa en el País Vasco, o la gran mayoría del pueblo llano y honesto llama “proceso de paz” a las negociaciones emprendidas por el Gobierno, los batasunos se frotan las manos de alborozo. Hemos asumido su perverso lenguaje, y si las palabras son el medio por el que aprehendemos las cosas, ya tienen un buen trecho ganado a su favor. Sería bueno que llamásemos a las cosas por su nombre, y no mimetizarnos con el lenguaje empleado por los asesinos y sus partidarios. Quizá sea ya demasiado tarde, pero, por si acaso, permítanme una modesta aportación.
La ETA, en lugar de ETA, sin artículo. Tal vez pueda parecer trivial, pero no lo es tanto. En sus comienzos, y durante algunos años más, todos los españoles anteponíamos el artículo al macabro nombre de Euskadi Ta Askatasuna. Con el tiempo fuimos eliminándolo, imitando la manera de mentar la banda de la serpiente por los más próximos a ella. Hoy todos hablamos de ETA, no de la ETA. Puede haber dos razones para ello. Una, la estrictamente lingüística, que tendría que ver con la morfología de la lengua vasca, declinatoria, y que por tanto hace que el artículo esté incluido en el nombre. Por esto solemos decir Osasuna, y no el Osasuna, cuando nos referimos al equipo navarro de fútbol, único equipo de primera con nombre en vasco. Pero no hablamos en euskera, sino en castellano, y sería más que dudoso creer en una inconsciente interferencia lingüística en hablantes que no saben una sola palabra de euskera. La segunda posible razón es más preocupante. La cercanía y la familiaridad (unos de la banda; otros de sus consecuencias) han permitido suprimir el artículo al nombrar a la execrable organización. Obsérvese que no se suprime nunca el artículo cuando se habla de ella en el español de América Latina, ni en otras lenguas románicas como el francés o el italiano, por ejemplo. Sólo en España. Y el español permite la elipsis del artículo determinado sólo en nombres excepcionalmente próximos, como madre, padre, casa. Palabras queridas y entrañables. Puede que la ETA lo sea para los batasunos, pero no creo deba serlo para los demás. Así pues, la ETA, con permiso de Otegi.
Conflicto vasco. Más o menos sabemos qué es vasco (repito, más o menos), pero veamos qué quiere decir conflicto. Cito a la RAE. 1ª acepción: pelea, combate. 2ª acepción: enfrentamiento armado. 3ª acepción: apuro, situación desgraciada y de difícil salida. 4ª acepción: problema, materia de discusión. Tal vez podría ser aceptable para todos la tercera acepción, pero creo que estaremos de acuerdo que es a las dos primeras a las que perversamente se refieren los etarras-batasunos, e incluso los nacionalistas con los que comparten objetivos. Pelea, combate, enfrentamiento armado. Convendrán conmigo en que para que exista combate o enfrentamiento armado ha de haber, al menos, dos contendientes. Y en el País Vasco –y por extensión en el resto de España- sólo hay uno: la ETA. El otro es un mero receptor de la violencia del primero. Uno dispara las balas; el otro las recibe. Uno pone las bombas; el otro las padece. Uno pone los asesinos; otro pone las víctimas. Eso no es un enfrentamiento ni una pelea; es simplemente un cruel ataque. Un hostigamiento criminal, una ofensiva terrorista. Hablar de las “dos partes” es una malévola argucia que emplean los asesinos, y que suelen secundar los nacionalistas no asesinos. No hay ningún “conflicto”. No caigamos en su trampa, y desterremos de nuestro lenguaje esa palabra para denominar a la actuación criminal de los asesinos. Nada puede alegrarlos más que ver que vamos asimilando su odiosa jerga. O casi nada.
Proceso de paz. Proceso es “ir hacia delante”, y paz es la “situación y relación mutua de los que no están en guerra”, según la primera acepción de la RAE de ambas palabras. Ir hacia la paz implica partir de una situación de guerra. ¿Dónde está la guerra? De nuevo, ¿dónde están los dos contendientes? Suponiendo que el enemigo de la ETA fuera el Estado español (es mucho suponer), ¿emplea éste los medios del rival para la aniquilación del “enemigo”? ¿pone bombas en las asambleas batasunas o dispara en la nuca a sus simpatizantes? No, el Estado, cuando puede y le dejan, se limita a aplicar la Ley a los criminales, a veces con una benevolencia más propia de las Hermanitas de la Caridad. A eso, a aplicar la Ley, los terroristas lo llaman estar en guerra, conflicto vasco, represión del Estado, ataques al pueblo vasco…Para que haya “proceso de paz” hay que estar antes en guerra. Es una jerga arteramente interesada, que sólo conviene a los criminales. Ya sé que es tarde para corregirlo, porque con la complicidad inconsciente –quiero creer- de la mayoría de los políticos y los medios de comunicación hemos acabado todos por tragarnos el sapo verbal que nos han endiñado los terroristas. Otro más. Negociación. Acción de negociar. Negociar. Las tres primeras acepciones de la RAE no interesan al caso, por referirse a temas mercantiles. Veamos la 4ª y la 5ª. “Tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro”. “Tratar por la vía diplomática, de potencia a potencia, un asunto, como un tratado de alianza, de comercio, etc.” Me detengo, por ahora, en esta última. Si nos quedáramos con ella, habríamos llegado a un extremo obsceno de perversión: considerar a la ETA como una “potencia” equiparable al Estado español, o bien reducir el Estado español a la categoría de una banda de asesinos. A los batasunos les encantaría, pero a ustedes y a mí sospecho que no. Así que admitamos que la cuarta acepción, “tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro”, podría resultar inteligible y apropiada al asunto. Y ahora viene la pregunta: ¿cuál sería el “mejor logro”? O dicho de otra manera: ¿qué hay que negociar con la ETA? Pero esto ya sería harina de otro costal, o lo que es lo mismo, materia de otro artículo. En todo caso, como ciudadano, me gustaría saberlo. Que me lo digan por favor.