15 de octubre de 2007

Reyes quemados

No seré yo quien ose dilucidar sobre las venturas o inconvenientes de contar en nuestro país con reyes, príncipes, princesas, infantas, y demás personajes propios de la literatura infantil y que me recuerdan con nostalgia los cuentos de mi niñez. Tampoco se me ocurrirá dudar de lo ventajoso que resulta que la jefatura del Estado de un país se herede por cuestión sanguínea, como si fuera un piso en Burgos, pues expertos en Historia y políticos de peso, a los que no se me ocurrirá enmendar la plana, dicen que en España es muy bueno para nosotros, los españoles. Yo no lo acabo de entender, pero tampoco entiendo bien porqué el potasio es beneficioso para la circulación arterial y sin embargo no dudo de sus bondades. Doctores tiene la Iglesia.
Pero aún menos entiendo la que se ha armado porque un grupo de mozalbetes que seguramente saben de Historia menos que yo –que ya es decir- quemen en plaza pública de una ciudad catalana una fotografía de Sus Majestades. Los palestinos queman banderas de Israel, los israelíes de los palestinos, la bandera americana es quemada en medio mundo –incluso en Estados Unidos-, los culés queman símbolos del Madrid y los madridistas queman los del Barça. Ojalá fueran estos los mayores males que unos seres humanos pudieran infligir a otros. Pasar el símbolo del enemigo por el fuego purificador es uno de los métodos más tradicionales de expresar el repudio y el antagonismo, y las ideas, por memas que éstas sean, son libres y están permitidas en nuestro país. Basta con encender la tele cualquier día y a cualquier hora y verán la cantidad de estulticia y mentecatez que se airea por todas partes sin que por ello los idiotas célebres acaben en la Audiencia Nacional.
Y aún más me cuesta entender que a este puñado de alegres pirómanos se les eleve a la gloria de los altares revolucionarios, merced no a una acción que tiene para ellos menos riesgo físico y legal que robar una chocolatina en un supermercado, sino a la actuación de un fiscal y unos medios de comunicación que les han proporcionado, gratis total, una gloria y estrellato a todas luces inmerecidos.
Los dos encapuchados que iniciaron en Gerona el aquelarre real, gracias a la repercusión que su “heroica acción revolucionaria” ha alcanzado en los medios de comunicación con ayuda de la fiscalía, se han convertido para sus acólitos en cheguevaras de barretina, y los líderes del rebaño, sus pastores de ERC, se frotan las manos ante la dosis de victimismo que los fiscales les han regalado por la cara. Difícil superar el rédito político y publicitario que los nacionalistas radicales han obtenido por encender una cerilla y quemar una foto. Portadas en los periódicos, apertura de telediarios, la solidaridad en cadena de los suyos y un buen repertorio de vocablos panfletarios con que ilustrar su obsesivo victimismo: represión, fascismo, opresión española, y toda la retahíla de conceptos imaginarios con que suelen ilustrar su limitado diccionario político.
La reacción en cadena no se hizo esperar, y tras ser llamado a declarar por la cremación de marras uno de los chicos de la capucha, los pirómanos se multiplicaron y no había un catalán nacionalista republicano que se preciase de tal que no quemase su fotito real, con cámaras y fotógrafos como testigos. Por si los cachorros de ERC no hubiesen alcanzado suficiente celebridad y prestigio, no se le ocurre algo mejor al fiscal que conminar a los fotógrafos de prensa a entregarle el material para identificar a los quemadores de fotos, esta vez a puñados, requerimiento cuya legalidad parece más que dudosa en nuestros días, pero en fin, supongo que él sabrá más que yo de esto, que para eso es fiscal.
A estos chavales les hubiera venido bien una multa por hacer fuego en la calle, que alguna ordenanza municipal habrá que lo prohíba, y aquí paz y después gloria. Y para su pesar el asunto no habría salido de la plaza de su pueblo. Pero la fiscalía y los medios de comunicación les han lanzado al estrellato y cubierto de solidaridad y fama entre sus acólitos. Los líderes nacionalistas de ERC son habilísimos en la manipulación a su favor de cualquier cosa que suceda en Cataluña: apagones de luz, retrasos de trenes o que al Barça le piten un penalti en contra, todo sirve para la causa independentista; no digamos una buena oleada de “represión” desde Madrid. Se lo han puesto a huevo, que diría un castizo. Así que Carod y compañía están que no caben en sí de gozo y se frotan las manos mientras hacen caja electoral del episodio.
Les ha salido redondo a los nacionalistas el asunto de la pira real.

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