28 de mayo de 2007

El tuteo del presidente

Parece que media España siguió por televisión los dos programas emitidos bajo el título “Tengo una pregunta para usted”, con Rodríguez Zapatero el primero, y con Mariano Rajoy el segundo. Dada su enorme audiencia, todos los medios analizaron pormenorizadamente no sólo las respuestas de los líderes, sino cada uno de los detalles de la escenificación, desde el color de sus corbatas hasta su gesticulación o movimientos en el plató. Creo que a algunos no nos pasó desapercibido un detalle nada trivial: el Presidente del Gobierno se permitió tutear a muchos de sus interpelantes, a pesar de que éstos se habían dirigido a él con el apropiado usted.
En cualquier país cuya lengua disponga de tratamiento de cortesía -incluidos todos los demás de habla hispana- hubiera hecho chirriar a los oídos bien educados la familiaridad que el presidente tuvo a bien arrogarse. Sin embargo tengo la impresión de que en España apenas nos llamó la atención, pues asistimos a un proceso galopante de la generalización del tuteo, con la consiguiente restricción del ámbito del usted, o tratamiento de cortesía. Y el presidente, tan moderno para todo, no podía quedarse atrás.
Veamos algunos ejemplos. Un conocido programa nocturno de una televisión autonómica. La presentadora, una moza madura deslenguada y tosca, pero con un punto pizpireta, recibe como invitado a un médico forense septuagenario de aspecto distinguido, que llega impecablemente vestido en un terno azul marino. Apenas ha tomado asiento el galeno, la conductora del programa le espeta: “Te puedo tutear, ¿verdad?”. El forense, naturalmente, asiente. Qué buen rollito, qué buena comunicadora soy, debe de pensar la periodista.
Un hospital cualquiera de una ciudad cualquiera en un día cualquiera. En España, claro. Una señora anciana está postrada en su cama, rodeada de los suyos, tal vez balbuceando sus últimas voluntades. En esto entra el celador, un joven recio y fornido, interrumpe el ritual y dice a voces: “A ver, Segismunda, que te voy a hacer la cama”. Qué amable soy, con que familiaridad y cariño trato a los enfermos, debe de pensar el celador, con su coloquial tuteo a la viejita moribunda.
Tal vez los dos tengan razón en sus intenciones, pero creo que entre todos estamos perdiendo algo. El “usted” -que es la evolución histórica de “vuestra merced”- es parte de la riqueza de nuestra lengua, es un hermoso tratamiento que expresa respeto y cortesía. Pero hace unos treinta años, justo en la transición democrática, empezó a ser injustamente criminalizado. Los mismos que confunden la velocidad con el tocino empezaron a confundir respeto con alejamiento, cortesía con servilismo o subordinación y tuteo con igualdad y buen rollito guay.
Apenas dos generaciones atrás los hijos llamaban de usted a los padres y no era alejamiento, sino veneración. Hace no más de treinta años, no sólo los alumnos llamaban de usted a los profesores, sino también los profesores a los alumnos: “García, haga usted el favor de salir de clase”, podía decir un profesor airado a un chaval de doce años que había hecho una trastada. Hoy es impensable y sonaría a trasnochado anacronismo. Son tiempos de “colegas” y como todos somos iguales –faltaría más- igualémonos todos por abajo, que es más fácil. El respeto y la elegancia no están de moda, son hábitos de carcamales rancios, si no tuteas hasta al Papa estás en la Edad Media.
Un dato curioso: en las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco los partidos políticos pedían el voto a los ciudadanos tratándoles de usted. “Vote Centro”, rezaban los carteles. A partir de las siguientes nunca un partido político volvió a llamarnos de usted en campaña. Se fue el alejamiento, llegó la “proximidad”, pensaron los asesores de imagen y los publicistas.
Son tiempos de tuteo indiscriminado, y el usted se irá relegando poco a poco a situaciones solemnes o a legajos de notaría, y quedará como un vestigio arcaico de tiempos en los que nuestra lengua fue más rica y más bella.
Hoy nos tutea la policía para multarnos, la Telefónica para vendernos el último móvil, los partidos políticos para exhortarnos a votarles, la Dirección General de Tráfico para amenazarnos con quitarnos puntos del carné y el Ministerio de Hacienda para decirnos que ya viene Paco con la rebaja. Son tiempos modernos y dinámicos, así que ya nadie trata de usted al ciudadano. Ya ven, ni siquiera el presidente del Gobierno. Perdón, quería decir “ya veis”…, amables lectores.

No hay comentarios: