14 de diciembre de 2008

El culo de Tardà

“Tú puedes ser el culo que buscamos”, reza una campaña de un pueblo de Lérida para encontrar el culo más apropiado para representar al tradicional “caganer” en un belén viviente, figura consistente en un pastor defecando que no puede ni debe faltar en belén catalán que se precie. Por lo visto están incluso realizando un exhaustivo casting, con objeto de que el trasero elegido sea el idóneo para tan importante evento.
En realidad creo que no hay necesidad de casting. El “caganer” perfecto, ideal e inconmensurable –en todos los sentidos posibles de la palabra- lo tienen en casa, en la figura del ínclito e iluminado diputado de ERC Joan Tardà. Porque, a tenor de sus últimas declaraciones políticas parece obvio que es la referida parte de su anatomía la que más emplea para la elaboración de sus pensamientos y actuaciones públicas.
Hace un par de semanas, ebrio de gozo en un mitin ante sus chicos patriotas independentistas, en el que se quemó públicamente un ataúd que representaba la Constitución Española, lo acabó con los entusiastas gritos de “Viva la República, muerte al Borbón”. Nada que objetar, ya sabemos que en este país la libertad de expresión es ilimitada, especialmente cuando son los nacionalistas los emisores del exabrupto. No obstante, al ser interpelado respecto a sus arengas, el valiente republicano dijo que no se refería al actual monarca, el rey Juan Carlos, sino a Felipe V. En otras palabras, que nuestro brillante orador rectificó con uno de los argumentos más estúpidos que puedan argüirse, pues no parece muy coherente desear la muerte de alguien que lleva muerto nada más y nada menos que 262 años. Es decir, que o pensaba que Felipe V seguía vivo (cosa que no es de extrañar dada la cultura del personaje), o sencillamente se lo hizo en los pantalones. Me inclino por lo segundo, por lo que ya ven que el señor Tardà como “caganer” no tiene precio, volumen de su trasero aparte.
Y la última defecación intelectual del genial personaje nos afecta particularmente a los que vivimos en Ceuta, y más concretamente a los docentes. No ha tenido mejor idea el visionario político independentista catalán que pedir en el Congreso que en el sistema escolar de Ceuta y Melilla se enseñe el idioma “tamazig”, lengua cuya oficialidad ya había reivindicado para las ciudades autónomas. Me parece estupendo, qué brillantez, qué ingenio, Sr. Tardà. Si no fuera por algunos banales detalles. En primer lugar él es un político independentista catalán, que dice no ser español, por lo cual no veo con qué coherencia se interesa en cómo organicen su vida y convivencia los habitantes de dos ciudades españolas (por tanto para él extranjeras), cuya españolidad, por cierto, tampoco reivindica. Salvo que pretenda anexionarlas al imperio de los Países Catalanes (en cuyo caso no concebiría que en Ceuta y Melilla se hablase jamás otra lengua que no fuese catalán), no lo acabo de entender. En segundo lugar, parece que el Sr. Tardà no tiene la menor idea de qué es el tamazig, cosa que tampoco me extraña si también piensa que Felipe V sigue vivo. El tamazig es una lengua de carácter casi exclusivamente oral hablada en algunas zonas del norte de Marruecos, es decir, es el bereber de la zona del Rif. Hasta hace muy poco tiempo ni siquiera tenía carácter oficial en Marruecos. En Ceuta apenas se habla; se utiliza mucho más el daríya, la variante dialectal del árabe marroquí. En Melilla el tamazig se habla más, dada la procedencia de la mayoría de los habitantes musulmanes de esa ciudad. Pero ni en una ciudad ni en la otra existe, que yo sepa, ningún tipo de demanda social real para que las lenguas marroquíes se enseñen en las escuelas, al menos de forma obligatoria. Más bien al contrario: por razones obvias la mayoría de los padres musulmanes lo que realmente están interesados es que sus hijos aprendan y hablen perfectamente el castellano, cosa que, en ciertos casos, dista de la realidad. Así que, ¿cuál será el interés real del catalanista Tardà en su injerencia en la política lingüística de Ceuta y Melilla? Parece claro que sus motivaciones no son precisamente de orden cultural, sino bastante más bastardas. A él todo lo que sea “desespañolizar” le gusta, aunque sea a miles de kilómetros de su quimérica patria catalana, ni nadie le haya dado ninguna vela en este entierro, ni tenga repajolera idea acerca de la sociedad ceutí y melillense y mucho menos de lo que es el tamazig, palabra que seguramente habrá tenido que buscar en la Enciclopedia Catalana antes de hacer su pintoresca propuesta ante el Congreso español.
Lo dicho, señores de Lérida. No busquen más en su casting: tienen muy cerca al “caganer” ideal.
Y si algún día hacemos en Ceuta un belén viviente con “caganer”, le llamaremos, Sr. Tardà, aunque, eso sí, antes tendrá que aprender tamazig. Coherencia obliga.

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