7 de enero de 2009

La factura de las lenguas cooficiales

Dice Zapatero, respondiendo a una petición del presidente de Galicia, Pérez Touriño, que es bastante probable que se tenga en consideración la existencia de lenguas cooficiales como criterio relevante en el cálculo de los recursos a asignar a cada Comunidad Autónoma. Dicho de otra manera, que lo que los nacionalistas quieren es que el coste de la construcción de sus nacioncitas, en la cual lo que llaman “lengua propia” es pilar fundamental, lo paguemos entre todos los españoles. Hablando en plata: que todo el dispendio que supone la “catalanización” absoluta de Cataluña, Baleares y Comunidad Valenciana y la “galleguización” total de Galicia, en términos lingüísticos, sea apoquinado por todos. Dicen que hablar dos lenguas cuesta dinero. Claro que sí, ¿y por qué no a los ceutíes, madrileños, extremeños o aragoneses? También queremos que la gente conozca y use dos lenguas, y si son tres o cuatro, mejor que mejor.
¿Pagar la factura del “bilingüismo” entre todos? Si se tratara de verdadero bilingüismo, hasta me parecería bien. Pero qué gran cinismo subyace en la enésima exigencia nacionalista. Porque en Cataluña, por ejemplo, y últimamente en Baleares con su inefable gobierno sixpartito, se gastan ingentes cantidades de dinero, no en conseguir el bilingüismo, como se simula en la astuta demanda de Touriño ingenuamente tragada por Zapatero, sino precisamente en luchar contra él, buscando el monolingüismo en catalán o en las demás lenguas vernáculas diferentes del castellano. Escribía el sociolingüista catalanista Jordi Solé, en cuyos postulados se basa en buena parte la política lingüística de Cataluña y por mimetismo de Baleares, que un objetivo mucho más importante que catalanizar a la población era “desespañolizar” Cataluña. La verdadera meta es erradicar el castellano de los llamados por ellos “Países Catalanes”. Y eso está claro que cuesta muchas pelas. Creación de televisiones que emiten exclusivamente en catalán, subvenciones a cualquier mamarrachada con tal de que se haga en catalán, generosos estipendios y prebendas para cualquier funcionario que actúe exclusivamente en esta lengua…Todo acompañado de lo contrario con el castellano: supresión de la lengua en las instituciones, en los rótulos, en la educación, de los premios literarios, de la televisión pública, y negar el pan y la sal a cualquier iniciativa cultural escrita en la maldita lengua de Cervantes, cuando no sancionar a establecimientos que tengan el atrevimiento de rotular sólo en la vergonzosa lengua oficial del Estado. Porque un proceso de sustitución de la lengua materna de más de la mitad de la población, además de ser imposible, cuesta demasiado dinero. Esto empieza a ser parecido en Galicia y en ciertos ámbitos de la Comunidad Valenciana.
Y lo verdaderamente paradójico del caso es que este pintoresco proceso, llamado cómica y cínicamente “normalización lingüística”, se pretende que se pague con los impuestos de españoles a los que, gracias a su aportación, verán cerradas las puertas laborales de los territorios cuya política lingüística han estado subvencionando, como ya sucede actualmente. Se trata de asignar parte de nuestros impuestos a unos territorios cuyos gobiernos los emplearán en conseguir precisamente nuestra exclusión laboral de los mismos, gracias al factor lingüístico (salvo que se vaya a jugar al Barça, por ejemplo, en cuyo caso se le exime de la exigencia de conocimiento del idioma). Un funcionario madrileño, asturiano o andaluz subvencionará la implantación del gallego y del catalán en sus territorios, pero después no podrá pedir un traslado a esas regiones por no conocer el idioma que ha estado subvencionando. Él mismo habrá colaborado con sus impuestos a una notable restricción de su movilidad geográfica en su propio país. Tras cornudo, apaleado.
La verdad es que hay que reconocer que el bueno de Zapatero, con su legendario talante, se come todos los sapos al que le invitan los nacionalistas. Todos. Con pan tomaca o con alioli, pero se los come. Tan ingenuo y crédulo es que cree que el coste de la cooficialidad de lenguas es para financiar el “bilingüismo” en Cataluña y Galicia. Claro que sí, Sr. Zapatero, y esta noche llegan los Reyes Magos, así que no olvide dejar los zapatitos limpios en la chimenea de La Moncloa…

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